Visitar a los artesanos de Santiago del Estero siempre me llena de ilusión. En esta oportunidad, era la fiesta del 25 de julio cuando se festeja la fundación de la capital de la Provincia, “madre de ciudades”, hace 472 años. Se llama Santiago – como el apóstol Santiago de Compostela- y del Estero – recordando los esteros y zonas pantanosas por las crecidas del río Dulce.
El primer día fuimos para Termas de Rio Hondo, donde Verónica y su hermano nos esperaban para mostrarnos sus nuevas piezas de cestería. Entre mates y tortas fritas, tome mis primeras lecciones tejiendo paja y palma, mientras nos poníamos al día sobre nuestras familias. Hicimos una excelente selección de productos, algunos hechos totalmente con palma que son una novedad.
Al día siguiente y con lluvia intermitente salimos temprano para Colonia Dora. Siempre disfruto de esta ruta por su paisaje agreste y particular, como si nada ni nadie lo hubiese turbado jamás. Dicen que hay un lugar que se llama Campo del Cielo porque impactaron meteoritos, en la localidad de Gancedo y un parque nacional que alberga una gran diversidad de flora y fauna, en Campo Gallo, cerca de la ruta. Pronto los conoceremos.
Llegamos y – como siempre- fuimos recibidos con toda la calidez de nuestros artesanos del monte. El día seguía muy nubado y cada tanto llovía, los telares estaban enrollados bajo techo, las lanas recién lavadas (también por la lluvia) escurrían agua sobre el suelo terroso.
Entre charlas e ideas sobre nuevos diseños, fuimos dibujando alfombras en nuestros cuadernos para acordar el trabajo de los próximos meses. Ya era tarde cuando emprendimos la vuelta a la Ciudad, agradecidos y felices con las experiencias del día y programando nuestro próximo viaje.